3. De cómo se valían los primeros hombres para alimentar sus virtudes.
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Tomaron de la naturaleza todo lo necesario de uno en uno empezaron la colecta de nubes, sales, oro, brisa y musgo, comieron sus cosechas, orarón y cantarón en la noche, cuando nadie más decía una palabra las risas de amargura aparecían, en ocasiones todas eran insoportables. Los ojos lloraban y cada gota derramada sonaba al caer en la tierra como un aspero fruto que serviría para la siguiente cosecha.
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